No parece importarle en lo absoluto la opinión pública respecto a su antihigiénica preferencia alimenticia. Con olfato felino, detecta la presencia de heces fecales en los alrededores, y con la habilidad de un panadero corta con sus fuertes manazas un trozo de caca, la amasa y hace rodar con sus patas traseras hasta que queda convertida en una bolita.
Una vez en posesión de su botín, con habilidad atlética se lo lleva presuroso lejos del alcance de otros escarabajos rivales, pues no es raro que existan casos de pillaje y de salteadores de caminos que intenten robarle su tesoro. Puede llegar a verse varios escarabajos disputándose la codiciada pelota, cada cual rodando la codiciada esfera en distintas direcciones.
El rodacacas lleva cientos y quizás miles de años practicando su curioso deporte, lo que demuestra que el fútbol es mucho más antiguo de lo que se pensaba.
¿Para que puede querer el escarabajo tan despreciable material? bueno pues el rodacacas se lleva su preciada posesión rodante a un lugar secreto, la entierra y antes de sepultarla, pone encima un huevecillo. Quizás antes de abandonarlo le de un gran bocado para reponer las fuerzas invertidas e ir en busca de más excrementos.
Cuando nazcan, las larva tendrá a su disposición una abundante cantidad de alimento gracias a la previsión de su madre. Desconozco si los machos también participan en la curiosa labor.
En verdad es asombroso que unos animalillos tan pequeños procuren semejante cuidado para con sus descendientes, pues entre los insectos es común que los padres dejen a sus huevecillos abandonados a su suerte.
Escarabajo egipcio |
Bien por el no bien entendido y casi nunca bien ponderado escarabajo pelotero. Una excepción notable fue en la antigua cultura egipcia, donde los humanos supersticiosos y poco observadores dijeron ver la redondez del sol en las bolas transportadas por éstos insectos; además, verlos surgir de la tierra luego de nacer, hacía a los egipcios experimentar orgásmicamente el misterio de la resurección. Por éstas razones le concedieron a éstos escarabajos un carácter divino, ni más ni menos.
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