domingo, 27 de abril de 2014

CUERVO

El cuervo (Corvus corax) es la encarnación mismísima de la noche profunda sin luna. Es negro desde cualquier ángulo que se le mire. Es una vista en alto-contraste, es la negación de la luz. Es más que negro, es lo que queda en el sitio de lo negro después de retirar lo negro.
Aunque no lo parezca, el cuervo es un ave passeriforme, lo que significa que es pariente del gorrión; es de la famila corvidae. Alcanza el medio metro de longitud y puede sobrepasar el kilogramo y medio de peso.
Las córvidas son de las aves más inteligentes que se conocen. El astuto cuervo es capaz de resolver complicados mecanismos ideados por los humanos, eso si, siempre que haya un bocado de por medio. Su mirada es inteligente, al verlo a los ojos se advierte que el ave está pensando y calculando exactamente la situación. Ésta facultad cognitiva les hace ser una aves sumamente exitosas en la naturaleza y en las ciudades, pues pueden obtener comida de muchas maneras, tántas como su prodigiosa inteligencia les inspire para siempre obtener un bocado sacando provecho de los descuidados hábitos de la gente. El cuervo ha seguido a la humanidad durante gran parte de su historia. Es extraño que los hombres primitivos no hayan inmortalizado su figura de tizón en alguna pintura rupestre.
En Tehuacán los cuervos no forman parte de la fauna típica, pero en el cerro colorado habitan ocasionalmente una pareja de cuervos, quizás venidos de otros lugares y atraídos por la actividad de las granjas avícolas que son tan abundantes en la región. 
Hace unos 15 años, era común observar a ésta pareja de cuervos sobrevolando la zona de dicho cerro al tiempo que emitían su graznido ronco ("rrok-rrok"). 
Casi nunca permitieron ser observados de cerca, pues su naturaleza inteligente y desconfiada les hacía esquivar siempre los contactos demasiado cercanos con la gente. Además, quizás son conscientes de que dada su escasez en éstos lugares, son blanco fácil de miradas y críticas, lo cual les hace propensos a sufrir persecuciones y cacería. Prefieren mantenerse prudentemente alejados de los humanos.
En una ocasión, desde la cruz del cerro, pude observarlos a escasos 50 metros de distancia haciendo una complicada maniobra aérea de tomarse brevemente con las patas mientras daban un giro en el aire. 
Tiempo después las aves desaparecieron, y solo hasta hace muy poco tiempo volví a escuchar el característico graznido en una de mis excursiones al cerro, pero sin lograr divisar al cuervo.



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