Poseen plumas filamentosas que amortiguan al máximo la turbulencia del aire haciendo que su vuelo sea silencioso, casi fantasmal. Depredan sobre ratones, ratas y otros animalillos durante la noche. Poseen unas garras fortísimas y aceradas. Suelen sobrevolar la ciudad de Tehuacán emitiendo su característico chillido. De día se ocultan en los cerros vecinos y aún en árboles altos y de denso follaje y construcciones abandonadas, donde su camuflaje las hace pasar desapercibidas. Sus crías poseen un plumón blanco algodonoso.
Sus hábitos nocturnos y su canto extraño suele dar origen a creencias en cierta malignidad asociadas a ellas, pero son aves inofensivas que no representan un peligro para el hombre, y hasta útiles en el control de pestes urbanas. El único peligro que ofrecerían sería tratar de pescarlas con las manos o amenazar sus nidos, pues éstas acciónes temeraria podrían tener graves y dolorosas consecuencias debido a la potencia de semejantes garras.
Se dice que "cuando el tecolote canta, el indio muere" pero esto es nuevamente una absoluta falsedad; no hay de que preocuparse.
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